7 curiosidades sobre Estarás contento

Portada Estarás contento

  1. “Carne de cámara oculta” iba a ser, junto con “A lo mejor”, una de las canciones rockeras del disco. Uno de esos ejemplos en los que se percibe claramente la influencia melódica de músicos argentinos como Charly García o Fito Páez.
    El arreglo que había escrito para fagot funcionaba muy bien, ya que aportaba una solidez rítmica muy necesaria, sobre todo en las estrofas. Pero en mi cabeza sonaba, desde que empecé a construirla, una batería y un bajo, unidos como hermanos siameses, apostándolo todo por unos contundentes ‘obligados’.
    Finalmente hablé con Esteban Rodríguez, el impecable fagotista que grabó en el disco, y decidimos dejar el tema para más adelante y grabarla como me pedía el cuerpo: con banda.
  2. Aunque teníamos otros descartes, como “Animal”, “No lo leí en ninguna revista” (que en realidad forma parte del repertorio de la actriz y cantante Raquel Pérez), “¿Quién sos vos?” o “Yo tampoco te había prometido nada”, al final nos decantamos por grabar “Quiero estar contigo”, en parte para satisfacer la petición de una persona muy cercana.
    Es quizá la canción más sencilla de todo el disco, pero por otro lado, al plantear una historia bastante ambigua, tiene ingredientes que otras no tienen, como una aparente trivialidad y una escasez de sentimientos demasiado hondos, aunque amague con reflexionar sobre el destino y sus azarosos volantazos.
  3. Carlos Díaz, uno de los socios de Pullpush Studio, donde registramos “Estarás contento”, me sugirió que a su padre, Mariano Díaz, le haría ilusión grabar un piano en alguno de los temas. La elegida fue “Me voy a quedar”, uno de esos funkys acústicos que tanto me gustan.
    Cuando Begoña Larrañaga vino a grabar su maravilloso acordeón en “…y hasta el diablo me falló!”, descubrimos, atando cabos, que Mariano se había incorporado como sustituto de la propia Begoña a principios de los años 70 en Franklin, una formación en la que también militaba Antonio García de Diego (colaborador habitual de Joaquín Sabina) y Juan Cánovas (de Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán).
  4. “La culpa” fue escrita para un Taller del Micro Abierto Libertad 8, en el que Muñoz (antes conocido como Dani Fernán) propuso que compusiéramos una pieza que comenzara con los versos “Llamé a la puerta y nadie me abrió / Entré por la ventana rota sin cortarme”.
    Otras de las canciones compuestas para talleres del Libertad 8 fueron “Primavera” y “¡Que viva La Canción del Invierno!”.
    En el disco anterior (“A rastras, mal y tarde”, 2015), también había unas cuantas: “Consciencia”, “El amor es una mariposa recién salida del psiquiátrico”, “El volante”, “Gente rara”, “Soledad” y “Tamo”.
  5. Las percusiones que suenan en “Una capital asiática” son del todo orgánicas: mis manos golpeteando sobre mis rodillas, y en otra pista, mi mano derecha frotando enérgicamente mi muñeca izquierda, como si estuviese lijando un trozo de madera.
    En otras canciones, alguno de los shakers que suenan es un azucarillo, y los otros ruidos que van marcando el ritmo fueron producidos por objetos muy diversos, tales como una baqueta contra una botella de plástico, las anillas de una libreta siendo rascadas con un lápiz, la tapa de un teléfono móvil abriendo y cerrándose o una simple cremallera.
  6. Y luego hay canciones que a uno le da apuro reconocer que ha compuesto. Por lo menos que ha compuesto pensando en alguien concreto. Son letras quizá más duras, en las que se cuestiona más directamente la forma de ser de esa persona, aunque luego el barniz de la ironía se encargue de suavizar esa intención.
    “A lo mejor” y “¡Un descubrimiento!” son dos de esas canciones, en las que hablo de gente con la que he compartido un montón de experiencias, pero que, a raíz de algún episodio vivido, la paciencia se agotó e hizo que enjuiciara, quizá injustamente, alguno de esos comportamientos.
  7. Hay tres canciones en el disco cuyas melodías iniciales se parecen demasiado. Lo curioso es que las tres están ordenadas una detrás de la otra, y las tres están escritas en tonalidades muy similares (“La culpa” en Mi menor, “Quiero estar contigo” en Do mayor y “A lo mejor” otra vez en Mi menor).
    Fui consciente de ello cuando el disco ya estaba en la fábrica, y poco me importó; los autoplagios, cuanto antes se descubran, mejor.